En Barajando silencios (1982)
DESDE ENTONCES
Sin tu presencia, se me ha helado el amor
en las puertas del alma.
Toda mi vida ha sido solamente
el camino más corto para hacerte feliz.
Y tan torpe, y tan pobre, me he dejado escapar
tu sonrisa por entre los balcones abiertos
de mi solitario corazón destrozado.
Ahora sí que sabemos cómo éramos antes.
Ahora sí que comprendo el amor que nos dimos.
Ahora estamos distantes y unidos de la mano
y sólo los cipreses nos disputan los besos.
No te has ido de mi. Has entrado tan hondo
que no puedo abrazar tu cuerpo como antes.
Nada más.
Y ahora sí que comprendo tu celo por amarme.
¡Qué tiempo malgastado amasando futuros!
¡Qué sabor agridulce de recuerdos!
¡Qué noche me amenaza con hundirme las sienes!
AUTODEFENSA
LA TORPEZA DE ESPERARTE A DIARIO
LA COMPENSO CREYÉNDOME INFINITO.
A VECES
A veces las palabras no bastan,
a veces las caricias no bastan,
a veces el recuerdo no basta,
a veces el amor no basta,
a veces la intención no basta.
A veces somos palabra, caricia, memoria, amor, intención, capricho.
A veces somos niños, praderas, imposibles.
Y siempre el hombre es corto, limitado, reducido, pequeño.
Por eso a veces no es bastante el hombre,
y la vida no basta, no basta, no nos basta.
En Ángel (1991)
Para María
Estrenaré tu cuerpo cada día,
te iré besando ríos, cordilleras. ..
irán apareciendo en cada esquina
pequeñas cataratas
en todos los repliegues de tu piel.
Yo te diré al oído muchas cosas
que a ti te sonarán como distintas,
desnudaré tu risa y mis deseos,
y ofreceré mi voz de dios herido
en la hoguera celeste de tus ojos.
Estrenaré tu cuerpo cada día,
... acariciándote.
Porque tú me dijiste que el ahora
era magín y sueños, senda blanca
por donde navegar, llené mi bolso
de piedras y romero; mas no pude
alcanzarte enseguida, caminabas
con mucha soledad y el paso grande.
Mis ropas olvidé junto al sendero,
sequé mis lágrimas azules, nadie
vino a calmar mi sed de enamorado;
me miré despacioso, y tristemente
volví a pensar en ti cuando me amabas.
En De la muerte o de la vida (1996)
Personalmente sé que no me afecta,
que la puedo esperar durante años
o que vendrá mañana sin avisos;
que las tardes se van y que los sueños
son sólo la vigilia de la muerte.
Vivir es poca cosa: Luz, instantes...
Una ráfaga ciega de alegría
y un mortecino salto entre deseos.
Aquello que he añorado desde siempre.
Lo mismo que se escapa de las manos.
Y la muerte no espera. Se detiene
cuando le viene en gana, destruyendo
todo lo que le sale en su camino.
No deja nada en pie. y se recrea
como una niña boba en todo el llanto.
La muerte nos espera, ni la vemos
pasar a nuestro lado, ni rozarnos,
ni reírse, ni gozar de la pena.
Es muy duro saber que no tenemos
ni equipaje para salir huyendo,
ni lágrimas bastantes para el duelo,
un duelo que está aquí, que nos repite
el son de las esquelas. Es la vida
lo poco que nos sobra de la muerte.
En Albadá (2006)
EN EL BROCAL DEL POZO
(A mi amigo Paco Sagasta, in memoriam)
En el brocal del pozo mi alma se columpia;
puede ser que algún viento, inesperado, oscuro,
la empuje fatalmente hacia el fondo sin fondo;
puede ser que la vida pierda pie y se derrumbe;
puede ser que mantenga su equilibrio inestable
y que siga siguiendo funambulescamente.
Es vivir, columpiarse. Estar siempre al caer,
Es pasar cada día dudando del mañana.
Es la vida, la vida, que en brocal del pozo,
se resiste a apostar su equipaje seguro.
En las puertas del alma, mi pozo se desborda.
SOLUCIONES
Si me notáis callado y se me encienden
los ojos de añoranzas,
estoy con mi conciencia en zapatillas,
discutiendo de cosas importantes.
Si me notáis extraño, taciturno,
si me exalto de golpe, si bostezo,
es que me hallo perdido sin remedio
en la selva terrible de mi alma.
Pero si estáis conmigo y de repente
me derramo en quejidos de mí mismo,
dadme entonces la mano, es que descubro
ese insolente yo que no me gusta.
En Hielo (2013)
ÁGUILA
Para Mabel, un día cualquiera de 2004 a 2013
Verás: No soy un águila, ni un lince,
ni un alado dragón, ni una quimera.
Solo me sé pequeño y necesario,
y me sé que te quiero.
Te miro resurgir,
volver a levantarte,
y me sube el orgullo por las venas.
Veo tu pelo crecer,
tus ojos renovados
y se me eriza el alma de alegría.
Gracias por permitirme que descanse
en tu mermada y pura fortaleza,
por apoyarte en mí,
barquilla sin timón,
pero con horizonte;
batallón en zozobra,
alcázar sin dibujos,
travesía sin descansos.
Vamos a navegar,
a vivir, que no es tiempo
de seguir barajando los silencios.
De sana, sí, de inteligente;
de bella, de distinta, de única.
Sí, de única.
Como el arbusto que se asombra
de ver pasar el río.
Como la noche que revienta
en millares de estrellas.
Como la luz que solo puede
desprender tu mirada.
Como un bajel perdido,
reina de todo el mar,
navegas
entre espumas
en el agua bendita de mi alma.
Haikus de Hielo
http://juanandiviablog.blogspot.com/
En Hacia donde el crepúsculo corre borrando ausencias (2015)
Debí quitarme antes del tabaco,
del fútbol, de los toros y del vino.
Debí quitarme antes de la gente,
del deporte y las cartas, del Rocío
y del rocío también;
de las mañanas, de las noches de copas,
de los libros,
de la prensa y los dulces,
del café y de los churros,
de la playa, la caza, la montaña
y del aire.
Debí quitarme antes de mí mismo,
de cualquiera, de todo,
antes de que la vida,
la muy puta,
me quitara de ti.
Q(VINTUS) ARTVLUVS
AN(N)ORVM IIII SI (T)
(Epitafio encontrado no importa dónde)
De verdad que me pesa contemplarte
Artulus, niño y hombre, derrotado.
Tan solo cuatro años, un martillo,
y junto el entrecejo de negruras.
No intentas, con el cubo, aquel castillo
que otros niños lograron
(la arena es el desierto,
que está arriba).
Tus herramientas pesan como trenes
que jamás llegarán a los confines
donde yacen los sueños.
Tu ilusión se ha dormido.
Se ha marchado.
Tienes el tiempo exacto para cavar tu fosa,
para entregarte todo sin comprender por qué.
No sabes de caballos, ni de cielos azules,
ni gaviotas grises, ni amplios oleajes,
ni corros, ni canciones, ni colores.
Solo existe la vida que traslucen
tus ojos de ceniza.
Has nacido para el plomo y la mina
para el techo techado. Y es tan poco...
Dime, niño minero, ¿qué has vivido?
Acaso hay otra tierra que vagones,
y llamas, y estertores, y gritos
para tus ojos infantiles.
¿Sabes que eres un niño?
(QUINTO ARTULUS DE 4 AÑOS.
SÉATE LA TIERRA LEVE).
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